jueves, 22 de abril de 2010

El miércoles pasado, me desperté muy temprano al sentir una serie de golpes que le propinaban a una persona que ya de forma lastimera suplicaba para que lo lo golpearan mas, e implorando ayuda, al ir a asomarme que pasaba llegó el vigilante de la cuadra con sus perros, volvió el silencio.

Al salir de casa por el periódico, en la tienda brotaba agua del espacio del contador, entonces le pregunté al hombre de la tienda y me dijo:
No es que me iban a robar el contador, menos mallo recuperé y con ese mismo le dí


La declaración me dejó atónito, me vine a mi casa y mientras me leía la prensa me puse a reflexionar en los hechos: yo escuché alrededor de 10 golpes, un medidor de agua para el que no lo conozca es un ovoide, de bronce de aproximadamente 2 kilos, como el que se muestra en la imagen:



si a eso se le añade el tubo de bronce que tenía el medidor, el objeto se transforma en una Maza, un arma que bien empleada de un solo golpe puede fracturar o matar a quien reciba el golpe; por el estado de los gritos que profería el ladrón, se puede inducir que ya estaba en estado de indefensión y que podía ser inmovilizado fácilmente, sin embargo este man le siguió pegando "pa que aprenda".

Y pensando es esto recordé aquel rpincipo del Bushido que le dá título a esta entrada: Rei, el rei es no ser cruel, una vez el oponente está vencido no es necesario seguir aplicando la fuerza con crueldad, o como mejor se define en el bushido samurai:
Los samurai no tienen motivos para ser crueles. No necesitan demostrar su fuerza. Un samurai es cortés incluso con sus enemigos. Sin esta muestra directa de respeto no somos mejores que los animales.
Un samurai recibe respeto no solo por su fiereza en la batalla, sino también por su manera de tratar a los demás. La auténtica fuerza interior del samurai se vuelve evidente en tiempos de apuros.


esto no quiere decir ser pasivo, ni mucho menos (creo que pocas personas puedan afirmar que un samurai es un ser inofensivo) sino de saber aplicar la fuerza sin llegar a los límites de la crueldad...

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